Extra de Halloween: Ariadna
Ariadna. Una alegre sinfonía brotaba de los enormes altavoces que teníamos instalados en la planta alta de la casa. La música barrió el silencio de la mañana como una ola que arrasa con las huellas en la arena de la orilla. Me desperté sobresaltado. Hacía mucho tiempo que en mi casa no se escuchaba una sola nota. Un año atrás, para ser más exacto. El silencio se apoderó de los muros de mi casa el mismo día que falleció Ariadna, mi hermana pequeña. Un cruce de vías mal iluminado y un conductor con afición desmesurada al whiskey habían trastocado mi vida, y la de mi padre, por completo. Sólo un instante, eso es lo que había hecho falta: un instante para que todos los planes, las ilusiones y los sueños se esfumasen como una voluta de humo. Desde aquel día de otoño, el silencio se había convertido en el himno de mi familia. Tras la muerte de mi hermana, Roberto, mi padre, se sumió en un abismo de ensimismamiento. No era capaz de articular palabra, tampoco comía nada. Llegó un punto e...